INTRODUCCIÓN
Las placas hialinas, descritas por algunos autores como una forma localizada dentro de los síndromes de escleras azules, para otros en cambio se trata de una forma de degeneración local que clásicamente se atribuía a un adelgazamiento escleral con pérdida de los elementos celulares, degeneración hialina y calcificación.
Cogan y Cuwabara (1959) descartan el adelgazamiento escleral y la propia degeneración hialina, confirmando la pérdida celular dentro de la zona translúcida y como la calcificación es secundaria y probablemente tardía (1).
Son zonas localizadas de esclera de aspecto grisáceo netamente delimitadas, de forma oval lo más frecuente con el eje mayor paralelo a la línea de inserción de los músculos rectos delante de los que se manifiestan (entre estos y el limbo); bilaterales y simétricas lo más frecuente y de tamaño variable, traslúcidas no sobreelevadas ni deprimidas y de bordes bien definidos.
Lo más frecuente es que se sitúen delante de la inserción del recto medial (2/3) o del recto lateral, excepcionalmente del recto inferior (Boschoff, 1942) (1) y nunca se han descrito delante del recto superior.
Norn (1974) las considera precursoras de las placas esclerales calcáreas observadas en los pacientes de más de 60 años en un 3% y en porcentaje en aumento con la edad hasta en un 25% después de los 80 años (1).
Evolucionan sin ningún tipo de síntoma al no producirse ni adelgazamiento ni ulceración ni inflamación, conservándose la vascularización tanto conjuntival como escleral próxima inalterada. Se han descrito como mucho un astigmatismo contra la regla por mínima deformación del segmento anterior (Markalis, 1965) (1).
Si bien no se conoce la patogenia de las mismas, se postula su origen por la agresión continua de la esclera por la tracción de los músculos rectos y el menor aporte sanguíneo de la zona con una cierta deshidratación que la daría el aspecto traslúcido a la esclera.
El termino pseudotumor orbitario es empleado como sinónimo de la enfermedad inflamatoria orbitaria dado que en ocasiones ésta puede simular una neoplasia orbitaria al comportarse como una lesión ocupante de espacio (2, 3). Se trata de una entidad que característicamente afecta a personas de mediana edad y de forma unilateral; su inicio suele ser brusco, con dolor, edema palpebral, quemosis, inyección conjuntival, limitación de la motilidad ocular y proptosis (2, 3). En el TAC se observa un engrosamiento muscular y ecleral (4). El curso clínico puede ser a la remisión espontánea, crónico con exacerbaciones o bien inflamación grave hacia la fibrosis orbitaria (3). Suele presentar una buena respuesta a los corticoides sistémicos (la ausencia de respuesta obliga a la realización de biopsia para descartar un tumor) aunque algunas veces se requiere radioterapia y/o citostáticos (5).
DISCUSIÓN
Las placas hialinas descritas como zonas localizadas de esclera de aspecto grisáceo netamente delimitadas, delante de los músculos rectos (entre estos y el limbo); traslúcidas no sobreelevadas ni deprimidas y de bordes bien definidos, destacamos su bilateralidad y simetría lo más frecuente.
Su frecuencia va en aumento con la edad y es de hasta un 25% por encima de los 80 años (Norn 1974).
Lo más frecuente es que se sitúen delante de la inserción del recto medial (2/3) como es el caso que nos ocupa y, si bien no se conoce la patogenia de las mismas, se postula su origen debido a la agresión continua de la esclera por la tracción de los músculos rectos.
Queremos plantear como posible implicación etiológica de la placa hialina la alteración de la motilidad ocular producida por el pseudotumor orbitario, este obligaría al recto interno de ese ojo a realizar tracciones forzadas o/y mantener un tono aumentado debido a la elongación del mismo por la proptosis, lo que asociado a la alta predisposición de la paciente por su elevada edad, daría origen a esta placa hialina con carácter unilateral y en esa localización.
Coincidimos con Cogan y Cuwabara (1959) en descartar el adelgazamiento escleral como se observa en el TAC de la figura 3.
CONCLUSIÓN
Si bien a veces el origen de las placas hialinas es consecuencia de la agresión continua de la esclera por la tracción de los músculos rectos sobre la misma, junto con una predisposición de esta por las alteraciones nutricionales a este nivel acentuadas con la edad, habría que contar con más casos para poder reafirmar con más garantías esta hipótesis.
BIBLIOGRAFÍA
1999